Castilla y León | Educación

Sobre los consejos sociales y la entrada de la ultraderecha en las universidades

Hace un par de semanas salía en un periódico digital una noticia en la que se veía como la ultraderecha se atrevía a asaltar la gestión educativa. Concretamente Vox exigía al PP una cuota de afines en los Consejos Sociales de las universidades públicas de Castilla y León. Esto no solo muestra el problema de la intromisión de la ultraderecha en nuestra educación, que no deja de ser la punta del iceberg de los ataques diarios que recibe nuestra educación como han dejado ver nuestros compañeros de Granada con la visita de Macarena Olona a la UGR, o el curso pasado con la de Ortega Smith a la Complutense en Madrid, en las que en ambos casos nuestros compañeros plantaron cara a esta intromisión.

Esta exigencia política de participación en nuestras universidades es un reflejo de lo que denominamos la educación del empresario, basado en una injerencia cada vez mayor de la empresa privada en nuestra educación, buscando el único fin de ajustar la formación de mano de obra a sus necesidades y haciendo de nuestra educación un bien de mercado, reduciendo a los estudiantes a simples engranajes técnicos, desechando completamente que nuestra educación sea un elemento de desarrollo tanto personal como social.

Pero, antes de meternos en materia ¿qué es un consejo social? Y, ¿qué supone la intromisión de la empresa privada en este?

Los Consejos Sociales surgen en la década de los 80 con la Ley de Reforma Universitaria (LRU) siendo reforzados por la antigua LOU (Ley Orgánica de Universidades). estos se plantearon como un espacio para que toda la comunidad educativa tratase, junto con la sociedad, diversas temáticas referentes a la educación y otros ámbitos en las universidades, como puede ser los presupuestos dedicados a esta.

Aunque estos consejos sociales en primera instancia parezcan un avance en las tomas de decisiones, esto está cuanto menos muy alejado de la realidad, ya que dentro de la “sociedad” las distintas legislaciones han visto oportuno incluir tanto a empresas como a fuerzas políticas, dejando en manos privadas las decisiones relacionadas con nuestra educación, enfocándola cada vez más a unos intereses y teniendo los estudiantes una escasa o casi nula representación en estos consejos sociales (como es el ejemplo, en la comunidad de Castilla y León, el caso de la Universidad de León, con un único estudiante que forma parte de este órgano), sucediendo lo mismo en el caso de la representación del profesorado y el PAS. En estos consejos sociales, que con la LOSU obtienen más peso a la hora de tomar decisiones en la Universidad, no se atiende ni a las necesidades del estudiantado ni a las de la comunidad educativa, primando de esta manera el poder de la empresa privada y dejando la toma de decisiones relativas a nuestra educación al empresario de turno (volviendo al caso de la ULe, siendo el presidente de su Consejo Social quien ocupa también la dirección de la patronal FELE, Federación Leonesa de Empresarios), como es en el caso de Castilla y León de la exigencia de Vox al PP de su cuota participativa en estas decisiones, siendo este órgano quien gobierna la universidad y el resto de órganos inferiores no tienen atribuciones de gobierno, dejando fuera de una toma de decisiones democrática en sus propios centros de estudio al estudiantado.

Por tanto, esta exigencia de Vox no es sino una mayor intromisión de la iniciativa privada en los estudios que ha sido no solo permitida, sino fomentada por los diferentes gobiernos a través de las distintas reformas y leyes educativas.

Por eso, desde el Frente de Estudiantes abogamos por una gestión pública de nuestras universidades eliminando la participación privada, por nimia que sea, de la gestión de nuestra educación. La única opción que tenemos los estudiantes es la propia organización en cada centro, en especial en un momento en el que la crisis y la guerra han contribuido a la inflación que nos empuja al estudiantado de clase trabajadora a abandonar nuestros estudios.

Hoy, más que nunca, es momento de responder.

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