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Contra la represión, el doble de presión.

Resulta llamativo contemplar el continuo llamamiento y toque de atención que se hace a la juventud trabajadora para “preocuparse más por la política”. Ese llamamiento se plantea siempre desde los márgenes del sistema actual. “Tenéis que preocuparos más”, nos dicen. Pero cuando empiezan a llegar multas o agresiones, es porque “no tenemos que preocuparnos tanto”. En ese momento, nos piden que les dejemos gestionar nuestro descontento, sacrificando así nuestra independencia.

Durante los últimos años, en los que hemos vivido numerosos casos de represión, es la socialdemocracia, que venía a gestionar nuestro enfado, la que envía a la policía a nuestros centros de estudio. Granada, 2022: decenas de estudiantes, oponiéndose a una charla de la reaccionaria Macarena Olona, son reprimidos por la policía con imágenes infames. Madrid, febrero de 2023: estudiantes de la Complutense se manifiestan contra una charla de la embajadora del Estado de Israel, resultando identificados y posteriormente multados, mientras un agente israelí les apuntaba con un arma, con la pasividad cómplice de la policía. Santander, septiembre de 2023: identificados y multados en una protesta pacífica contra el acto de inicio de curso de la Universidad de Cantabria, donde participaba el rey Felipe VI. El último de estos episodios se produjo a inicios de octubre de este año, en Murcia, con el disparo de pelotas de goma hacia estudiantes de Segundo de Bachillerato que reclamaban información acerca de la Selectividad.

Este artículo, por lo tanto, pretende ser una demostración más de cómo la lucha por una educación al servicio de la mayoría social no puede estar mediada por uno u otro gobierno, que, independientemente de su color u orientación ideológica, legislará y ejecutará su política educativa a demanda del mercado y bajo las directrices de la Unión Europea. La conclusión que debemos extraer de estos análisis debe ser la certeza de la necesidad de una independencia política y organizativa, de confiar únicamente en nuestras propias fuerzas y de hacer práctica la máxima de “gobierne quien gobierne”, como señalamos en nuestro Documento Programático.

Naturalmente, la represión no se limita al ámbito estudiantil. Es en este espacio donde queremos aprovechar para denunciar todos los casos de represión sindical en el ámbito laboral que vemos cada vez con mayor frecuencia. Particularmente, queremos expresar nuestra solidaridad con las 6 de la Suiza, militantes de la CNT condenadas por denunciar el acoso sufrido por una trabajadora en una pastelería de Gijón, y que se enfrentan a penas de prisión y multas económicas. Este caso de represión, como tantos otros, es la demostración de que el sindicalismo de clase, cuando tensiona los límites del sistema, ve cómo cae sobre él y sus militantes la represión de un Estado que sirve para asegurar los beneficios de los empresarios.

Estas muestras de solidaridad no son una decisión arbitraria, sino que se fundamentan en la creencia firme de que el sujeto clave para la transformación social que situamos desde el Frente de Estudiantes es la clase obrera. En esto se fundamenta la centralidad del movimiento obrero que estructura nuestra actividad sindical. Esta unidad es más amplia que la unidad con el resto de la comunidad educativa y abarca al conjunto de la clase trabajadora. Esto implica situar al movimiento obrero en el centro, promoviendo la unidad y el trabajo conjunto con los trabajadores, con la convicción de que la educación y la sociedad deseadas solo serán alcanzadas mediante una estrategia unitaria. Como sindicalistas estudiantiles, nuestro deber es visibilizar que, al igual que las 6 de la Suiza, cientos de sindicalistas en el Estado son perseguidos por defender los derechos de toda la clase trabajadora.

Consideramos ahora más que nunca necesario rescatar la frase: “Su represión no nos asusta, nos argumenta”, porque cada multa, condena o golpe es un intento de silenciarnos que confirma que nuestra lucha es justa y necesaria. Como estudiantes organizados, nuestro papel también es señalar con crudeza cada expresión de represión que la clase obrera sufre en su conjunto. No basta con resistir: debemos avanzar, construir y conquistar, y para eso, organizarse hoy es el primer paso.

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