El sistema educativo no funciona para nosotros, no funciona para ti.

El sistema educativo no es, como muchos dicen, un ascensor social. En general, los hijos de trabajadores vamos a serlo también, porque la educación en la sociedad, fundamentalmente, cumple el papel de seguir formando a trabajadores que garanticen que el mundo sigue girando. Nuestro futuro, entonces, está mediado por lo que el capitalismo necesita de nosotros, empujándonos a los niveles de desigualdad que sean necesarios para ello. Los hijos e hijas del pueblo trabajador no estudiamos en los mismos centros. Nuestras aulas están masificadas. En general, existen barreras de tipo económico, cultural, etc… que dificultan o impiden que lleguemos a determinados niveles educativos y que, además, lo hagamos en igualdad de condiciones y oportunidades. Las cifras en España muestran cómo esta segregación ha aumentado con las políticas de recortes aplicadas tras la crisis de 2008. A día de hoy afrontamos una nueva crisis con mayor desigualdad, pero también con muchas más barreras para una educación plena.

1. Desigualdad en el sistema educativo en cifras

Cuando somos pequeños nos dicen que si nos esforzamos lo suficiente podemos llegar a donde queramos. Conforme vamos creciendo se hace más evidente que no se trata de una cuestión de esfuerzo. El sistema educativo ni puede ni pretende romper la desigualdad estructural sobre la que se sustenta toda la sociedad. Estudiar es una cuestión de clase.

Negar el carácter de clase de la educación es negar la realidad. En este sentido, decir que la meritocracia es la norma en el sistema educativo, es una afirmación peligrosa que intenta ocultar la segregación del estudiantado de clase trabajadora mediada por las necesidades concretas de mano de obra del capitalismo.

Hablar de brecha digital en abstracto sin tener en cuenta lo anterior es caer en un debate sin ninguna profundidad. Como demuestran los datos hablar de brecha digital requiere hablar de clases.

2. Problemas de salud mental entre el estudiantado

Los problemas económicos, la falta de expectativas, la compaginación de estudios y trabajo, etc… son todos ellos realidades que afectan particularmente a los hijos e hijas del pueblo trabajador. Si a esto le añadimos una ausencia de recursos para la atención psicológica, la afectación generalizada de la salud mental entre el estudiantado es la consecuencia social normal.


3. Segregación educativa: cómo se nos expulsa del sistema educativo a los hijos e hijas del pueblo trabajador

El sistema educativo segrega en función de qué tipo de formación -en general, cada vez más especializada y técnica- necesite una sociedad para sus trabajadores. Desde la crisis de 2008 esta tendencia se ha agudizado. El aumento de las tasas universitarias, el decrecimiento en la capacidad económica de las familias trabajadoras, el tener que compaginar trabajo y estudios, etc… condujeron a la expulsión de miles de estudiantes de la universidad. La actual reforma educativa devalúa y tecnifica la universidad, a la vez que moderniza la FP y adecúa de esta forma la oferta educativa a las necesidades de mano de obra del capitalismo español.

Con el plan Bolonia y la profileración de los másteres, el estudiantado de estas enseñanzas ha crecido en poco tiempo. Los másters han contribuido enormemente a esta segregación y del estudiantado de clase trabajadora de la universidad y a la elitización de los niveles educativos superiores.

La segregación educativa no sólo se da en la universidad. Durante todas las etapas de enseñanza las condiciones de vida de la clase a la que pertenezcas condicionarán de forma decisiva las posibilidades reales de desarrollarte en el ámbito educativo. El abandono escolar, la repetición de curso, etc… tienen, por tanto, un claro origen social. Volvemos a repetirlo: estudiar es una cuestión de clase.

4. Situación de los centros públicos en cifras

A todo lo anterior se le suma un deterioro general en el estado de la educación pública. Los recortes en la pública en favor de la privatización educativa agravan y acentúan la desigualdad intrínseca al sistema educativo, al no disponer los docentes de los recursos necesarios para apoyar al estudiantado más vulnerable.

Este es nuestro presente. Un sistema educativo que segrega y que, cuando lo hace, te señala como responsable último de tu propio fracaso. Es necesario imaginar un sistema educativo que acompañe, entienda y guíe, un sistema educativo que forme y eduque atendiendo al desarrollo integral de cada estudiante. Esto, que es posible, sólo lo es cuestionando las bases de la sociedad que hace del nuestro un sistema educativo intrínsecamente segregador. Y para eso, es necesario luchar.