Entre la unidad y el ego: sobre la enésima fanfarronada del Sindicato de Estudiantes.
El 8 de mayo la Comunidad Educativa saldremos a la calle. Será un primer paso, de los muchos que quedan. Así lo ha decidido la Comunidad Educativa: quienes la integramos, quienes estamos presentes en la vida cotidiana de los centros de estudios, quienes hacemos funcionar el sistema educativo del país.
Sin embargo, hay quienes creen que solos -además, por todos los flancos- tienen la legitimidad tal como para romper la unidad de la comunidad educativa y, a menos de dos semanas de la fecha por todos acordada, tienen, cuanto menos la osadía, de sacarse de la manga una convocatoria de huelga estudiantil dos días después, el 10. Así es, el Sindicato de Estudiantes ha vuelto a hacerlo. Ha vuelto a pasar por encima ya no solo al movimiento estudiantil, sino a todas las organizaciones de mujeres que hubieran podido estar planificando movilizaciones tras conocer la sentencia del tribunal que juzgó a la Manada. Sí, el Sindicato de Estudiantes ha convocado huelga estudiantil a tal efecto, pretendiendo imponer al resto de agentes de la comunidad educativa incluso la posible cancelación de la movilización del 8 de mayo, esta sí, con contendido educativo, y habiéndose trabajado ya en las Plataformas Regionales de todo el país, en las secciones sindicales de base, y desde la unidad a pie de aula de estudiantes, profesores y trabajadores de la educación.
No es la primera vez, ni mucho menos, que el SE nos sorprende desmarcándose del resto. No son pocas las veces que han convocado huelga por su cuenta para luego informar al resto de estructuras de que debían secundarla. No, no es la primera vez que nos topamos con faltas de respeto, ni es la primera vez que pretenden dar lecciones de cómo hacer y no hacer, atreviéndose a chantajear, insultar y menospreciar el trabajo ajeno. Recuerdo incluso cómo el 14 de abril de 2016 quisieron echarnos a golpes de la manifestación de Madrid. Y si alguien pensaba que sus dinámicas agresivas e irrespetuosas habían cesado, este curso lo han vuelto a hacer.
Vamos, que a menos de dos semanas de la convocatoria se nos pedía -más bien, exigía- que tirásemos por tierra el trabajo realizado por toda nuestra militancia de base para dar rienda suelta a su incansable oportunismo. Sus métodos son de práctica extorsión y chantaje a otros sindicatos, ya no solo estudiantiles, sino también a aquellos cuyo pan está en juego y una huelga tiene la seriedad tal como para ser convocada, organizada y trabajada con tiempo y en base a la democracia interna de cada sindicato. Y me explico, los integrantes de la Plataforma Estatal por la Escuela Pública nos enteramos de tal convocatoria a través de la prensa, al margen de los canales de diálogo unitarios, al margen de las bases, al margen de la realidad de cualquier tipo de estructura que no sean ellos. Después, presiones, chantajes y condicionamientos, porque si no apoyamos la convocatoria, parece que tampoco estaremos apoyando los motivos que en teoría llevaron a tal.
Por fortuna, gracias a mucho trabajo, a la vocación unitaria de muchas y muchos, y en oposición a estas formas altaneras e irrespetuosas, se viene forjando un clima de lucha conjunta, mano a mano y de igual a igual. Se entiende que la privatización, la falta de medios, los recortes, y el estado de miseria de la Escuela Pública nos afecta a todos desde distintos ángulos del mismo prisma; se entiende que todas y todos nosotros -la mayoría social- necesitamos de un sistema educativo que responda a nuestras necesidades. Y por eso, luchamos a una voz. El paradigma de esta forma de hacer fue la Huelga General Educativa del 9 de marzo de 2017, y esa es la dirección en la que caminar, aunque algunos prefieran atrapar un poco de rédito político allá donde parece que suenan campanas de cámaras de alguna televisión.
Dicho todo esto, punto y seguido en la preparación del 8 de mayo. Dicho todo esto, mi más sincero apoyo -como mujer y estudiante de Derecho- a las convocatorias que han llenado las calles de rabia este fin de semana. Seguimos en el camino de las grandes movilizaciones, de tender lazos entre los distintos sectores del pueblo trabajador. El 8 de mayo, nos toca a los estudiantes y a la Comunidad Educativa recoger el testigo de las justas luchas de pensionistas, mujeres, trabajadores… Ahora, la Educación Pública.