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La lucha por la educación pública en Asturias

Históricamente, el acceso a los estudios ha sido una de las grandes conquistas de la clase trabajadora. Gracias a la lucha de generaciones pasadas, que dejaron su sudor y sangre en la batalla por la democratización de la enseñanza, hoy podemos pisar las aulas de la universidad. Sin embargo, este derecho está en peligro. La tendencia privatizadora que amenaza a la universidad pública nos arrebata esta conquista histórica, y no podemos permitirlo.

En Asturias, el avance de la privatización es una realidad. Desde el curso pasado, se rumoreaba sobre la posible llegada de centros vinculados a universidades privadas. Este año, esos rumores se han materializado: la Universidad Europea y la Universidad de Nebrija planean abrir centros adscritos para ofertar grados de alta demanda, como enfermería o medicina. Para que te hagas una idea, la matrícula en la Universidad Europea ronda los 10.000 euros al año para enfermería y los 20.000 euros para medicina. Si tienes dinero, puedes saltarte las altas notas de corte y acceder a estudios con alta empleabilidad, mientras que el resto nos vemos excluidos y excluidas. Esto no es justicia, es privilegio económico.

Pero el problema no se limita al encarecimiento de las matrículas. La privatización también devalúa la calidad educativa en general. Las universidades privadas priorizan titulaciones técnicas (ingenierías, ciencias de la salud, derecho, economía, etc.), porque son las que tienen mayor demanda laboral y un retorno económico más rápido. Esto deja en el olvido a otras disciplinas que, siguiendo la lógica del capital, no son «rentables”. Así pues, de acentuarse esa “colaboración público-privada”, permitiendo el Principado de Asturias la instauración de estos centros privados, cabe preguntarse ¿por qué se iba a destinar mayor presupuesto para la universidad pública si ya se tiene una institución que suple sus “carencias”? Y, si se recorta el presupuesto, ¿por qué se debería financiar titulaciones poco demandadas y que no son “prioritarias” para el mercado, como aquellas vinculadas al ámbito de las humanidades?

La llegada de estas empresas privadas no es casual. Es una estrategia del capital para diversificarse y abrir nuevos mercados, especialmente en tiempos de crisis. Estas instituciones no buscan educar, sino lucrarse. Su presencia no solo segrega a quienes pueden pagar de quienes no, sino que también perpetúa las desigualdades. Las universidades privadas son agencias de colocación para un sistema que solo beneficia a unos pocos.

La educación no es un negocio, es un derecho. No podemos permitir que nos arrebaten lo que tanto costó conseguir. Es hora de movilizarnos, de defender lo que es nuestro. Es momento de responder.

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