Estudiantes en Movimiento y el Frente de Estudiantes ante la negociación del llamado Estatuto del Becario
A mediados de abril Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo, convocaba y ponía en marcha la mesa de negociación para la regulación del sistema de prácticas no laborales y la aprobación de lo que ha venido a llamarse el Estatuto del Becario, una vez más, sin escuchar al estudiantado y a sus organizaciones sindicales. El Estatuto pretende abordar una nueva regulación de las prácticas no laborales: aquellas en las que no media un contrato de trabajo, sino un convenio con el centro educativo. Estas a su vez se dividen en curriculares y extracurriculares, habiendo altos porcentajes de fraude y laboralidad encubierta en ambos tipos de prácticas. De manera más acuciante si hablamos de las extracurriculares, sí, pero ambas modalidades son utilizadas por las empresas como vía para obtener mano de obra a bajo coste.
En el marco del debate se plantean cuestiones tales como la posibilidad de vacaciones (que no se contemplan en los convenios de colaboración educativa), el cómputo del periodo de prácticas para posterior antigüedad, etc. Sin embargo, aunque se intenta instaurar una serie de medidas que vienen a tratar de limitar el fraude y a condicionar las formas en las que se utilizan estas prácticas como mecanismos de maximización de beneficios por parte de las empresas, son limitaciones y condiciones claramente insuficientes. Sabemos bien que, mientras las empresas puedan utilizar las prácticas para formar mano de obra según sus intereses, puedan obtener amplios márgenes de ganancia a través de las características de la fuerza de trabajo estudiantil y no existan mecanismos para vigilar que no se dé esta realidad, va a seguir habiendo una utilización fraudulenta y de facto laboral de las prácticas.
En este contexto la distinción entre formación y trabajo es utilizada como justificación de un modelo de prácticas que sirva a las empresas como vía de obtención de mano de obra barata y directamente formada según sus necesidades, lo que no sólo confronta con una educación al servicio del desarrollo integral, personal y humano del estudiante, sino que apuntala la supeditación de la educación a la formación de mano de obra.
Desde Estudiantes en Movimiento y el Frente de Estudiantes abogamos por la laboralización de todos los tipos de prácticas, curriculares y extracurriculares, a nivel de convenio colectivo. Más allá de que el Estatuto del Becario implemente medidas para limitar el fraude, es esa la premisa desde la que se nos asegura a los estudiantes que no somos fuerza de trabajo gratuita o casi gratuita para los empresarios. Sin esa plena laboralización y equiparación salarial y en derechos no puede imposibilitarse que se exprima la mano de obra estudiantil como mecanismo de amplia ganancia.
El planteamiento del Estatuto del Becario no hace sino dar continuidad a una realidad de precariedad de la mano de obra estudiantil y, uno de los problemas que podría traer consigo su firma, es un modelo y una legislación que dejara vendido al estudiantado. Es relevante, en este mismo escenario, cómo desde el Ministerio de Universidades se nos sitúo en reunión a ambas organizaciones su voluntad de laboralizar “al menos” las extracurriculares y cómo ahora parece rechazar mínimas medidas para mejorar aspectos de las prácticas; o cómo el Gobierno, en general, desoye las reivindicaciones estudiantiles que, también en torno a las prácticas, llevan resonando todo el curso.
Tanto Estudiantes en Movimiento como Frente de Estudiantes problematizamos desde el primer momento el modelo de prácticas y pusimos sobre la mesa demandas claras durante la Huelga General Estudiantil del pasado 24 de marzo. Es en los centros de estudio, en los centros de trabajo y en las calles desde donde debemos presionar para que verdaderamente se consigan victorias y avances reales en este sentido. Ahí nos encontrarán.
¡A igual trabajo, igual salario! ¡No seremos mano de obra barata!