Primeras conclusiones de las Acampadas por Palestina y una propuesta al movimiento estudiantil.
Resolución de la Comisión Ejecutiva General del Frente de Estudiantes.
El pasado 29 de abril los estudiantes de la Universidad de Valencia, siguiendo la estela del estudiantado de los Estados Unidos así como otros países europeos y de todo el mundo, acamparon en la universidad. A ellos les seguimos los estudiantes de la Universidad de Barcelona, de todas las universidades públicas madrileñas, de Granada, Sevilla, Zaragoza, Santiago, etc… en un movimiento estudiantil de fondo internacional, pero a su vez capaz de concretar sus demandas a nuestro particular ámbito de actuación. Denunciamos el genocidio en Palestina, vinculándolo al sistema imperialista mundial y, por tanto, fuimos capaces de señalar la interrelación de nuestros correspondientes gobiernos y alianzas, así como universidades, con el genocidio. Pero también con el conjunto de formas de violencia que sufrimos en tanto estudiantes. La lucha contra el Estado colonial de Israel, la solidaridad internacionalista y con los pueblos oprimidos del mundo que nos mueve, es parte indisoluble y fundamental de toda la lucha general que en tanto estudiantes desarrollamos.
Durante estos más de veinte días, el estudiantado hemos definido y desarrollado nuestras propias reivindicaciones, decidido colectivamente nuestra hoja de ruta y su concreción en acciones y protestas, así como organizado colectivamente nuestras fuerzas para sostener las acampadas y las distintas formas de protesta hasta la culminación de nuestras reivindicaciones. Hemos visto como en cada universidad, cada noche, acudían más estudiantes. Y cómo, en la mayoría de sitios, las asambleas se han configurado como un espacio democrático, coyuntural y de refrendo colectivo del estudiantado sobre el propio devenir de nuestra lucha. Una nueva generación de estudiantes militantes aprendemos el ejercicio democrático a través de nuestra práctica y extraemos conclusiones para el desarrollo del movimiento estudiantil y el perfeccionamiento de sus formas.
Los y las militantes del Frente de Estudiantes hemos estado presentes en todas las acampadas a lo largo y ancho del territorio nacional, jugando un papel dinamizador del movimiento, siendo capaces de impulsarlas allí donde el estallido inicial no llegó. Y lo hemos hecho, además, con una propuesta de acción que dotase de orientación general y sentido estratégico a dicho estallido. Coherencia de principios, unificación, y definición-clarificación de los canales de participación democrática del estudiantado para que ésta fuera una lucha que implicase victorias: sindicales, así como también de refuerzo político y organizativo de una generación que tenemos la tarea de recomponer el movimiento estudiantil habiendo aprendido de sus errores pasados. Para lo cual, además, contamos con una posición de ventaja respecto a momentos anteriores de nuestra historia; pues las herramientas para ello están hoy más preparadas.
Aunque no han faltado tentativas de instrumentalización, todo el movimiento ha conseguido articularse bajo un marco general de reivindicación y principios. Los oportunistas, que hoy (o ayer) están (o han estado) en el Gobierno, siendo cómplices del genocidio, han sido incapaces de huir de su concepción patrimonialista de los movimientos de masas, como lo es el movimiento estudiantil. Por eso, desde el primer destello de lucha, han acudido desde fuera, tratando de usar las acampadas en refuerzo de su pacifismo de palabra cómplice de la guerra de hecho. Rápidamente se han dado cuenta de algo: esta vez, no. La mayoría de estudiantes acampados lo hicimos en torno a reivindicaciones concretas que emanaban de consignas políticas de principio: nos movilizamos en tanto que estudiantes, afectados y afectadas por el imperialismo, por tanto también movidos por sus distintas formas de violencia hacia los pueblos del mundo y, en particular, contra el genocidio que está aconteciendo ante los ojos del mundo en Palestina. Han sido estos principios clasistas, esa centralidad del movimiento obrero en la orientación general del movimiento de las acampadas, lo que ha podido aunarnos en rechazo frontal a la socialdemocracia y el oportunismo cómplice de la masacre, así como en el señalamiento de la hipocresía de un Gobierno que, a las puertas de las elecciones europeas y forzado por la presión obtenida, reconoce formalmente al Estado Palestino mientras que continúa financiando la guerra y sosteniendo relaciones comerciales, militares y diplomáticas con el sionismo.
Esta cohesión general requirió rápidamente articulación organizativa. El Frente de Estudiantes, organizado de forma estable y permanente en cada una de las universidades del país, en todos los territorios y unificado en su orientación general, planteamos claramente que las asambleas necesitaban superar su aislacionismo y localismo, más aún cuando sus reivindicaciones trascendían la denuncia local y la vinculaban al señalamiento del gobierno y nuestro país en el entramado de alianzas e interdependencias del sistema imperialista mundial.
De esta forma, durante estas últimas semanas el movimiento estudiantil ha podido experimentar un primer aprendizaje en la coordinación de estas asambleas; que no sólo ha consistido en la conjunción de posicionamientos, sino que ha visto su culminación en la coordinación estatal de acciones y protestas el pasado viernes 17 de mayo. En el marco de estas protestas coordinadas, que coincidían con momentos clave de la negociación con varias universidades, hemos asistido a la primera gran victoria sindical del movimiento estudiantil en los últimos años: la Universidad de Granada y la Universidad de Jaén han cedido a las reivindicaciones del estudiantado, firmando compromisos de ruptura de sus relaciones con el Estado colonial de Israel. A ellas, le ha seguido la universidad de Barcelona (UB), y aún continúa la negociación en las universidades de Salamanca, Oviedo, León, Pablo de Olavide, Málaga, Politécnica de Valencia, ClM, Cantabria…
Resulta, no obstante, fundamental asimismo entender las acampadas como una mera fase de trabajo en la solidaridad con Palestina y en denuncia de la complicidad de universidades y gobierno con el genocidio. Una fase cuyo fin no puede en ningún caso suponer la desarticulación del movimiento estudiantil y la organización generada entorno a ella. Entender las acampadas como un medio para el acumulado de fuerzas, la presión mediática y la organización de acciones concretas y no como un fin en sí mismo es fundamental en este momento para recoger los frutos de estas semanas y convertirlos en organización estudiantil. Es momento por tanto ahora de abrir nuevas vías de protesta, presión y canalización de las reivindicaciones superadoras de la anterior y que recojan los aprendizajes de estas semanas.
La lucha es real, y la posibilidad de victoria, también; si tenemos en cuenta las lecciones que los hechos y la práctica nos brindan. La victoria del movimiento estudiantil en Granada sobre la institución universitaria y sus intereses económico-corporativos, es un aprendizaje para el movimiento estudiantil de todo el país. Las acampadas que aún resisten, las asambleas que aún debaten sobre el devenir de su lucha, conocen de hecho la posibilidad de arrancar victorias: una posibilidad que se hace realidad sólo a través de la organización y la lucha coherente, democrática y unificada de todo el estudiantado. Esto también lo hemos reaprendido: allí donde la unidad y acuerdos colectivos han sido flagrantemente vulnerados se ha puesto en peligro el desarrollo de la lucha y habrá quienes, en la memoria colectiva del movimiento estudiantil, serán recordados por el papel que jugaron en los momentos más decisivos.
Pero esta unidad de acción sólo es posible a través de la articulación y estructuración de canales de participación y ejercicio democrático del propio estudiantado. Las formas organizativas del movimiento estudiantil han de ser funcionales a sus objetivos políticos: esto es, la transformación radical del sistema educativo como parte indisoluble de la transformación social; por tanto sólo posible a través de la participación general y democrática del conjunto del pueblo trabajador. La asamblea como espacio colectivo de toma de decisiones, coyuntural y amplio; y el sindicato o estructura estudiantil como organización permanente y militante permiten sostener organizativamente este ejercicio democrático y de lucha. Esto también lo hemos confirmado: allí donde el estudiantado se ha dotado de estructuras y herramientas funcionales para la lucha, rápidamente se ha facilitado el ensanchamiento del movimiento y la participación activa de un número creciente de compañeros y compañeras.
Las aquí brevemente expuestas fueron lecciones aprendidas en el último ciclo de lucha; y estas semanas la realidad ha permitido comprobar que frente a lo viejo, hoy, ahora, existe la posibilidad de fortalecer y recomponer un movimiento estudiantil que en su solidaridad internacionalista muestra señales de vitalidad.
El próximo 28 de mayo Pedro Sánchez reconocerá el Estado de Palestina, forzado por la correlación de fuerzas, y, entre otras cosas, por los miles de estudiantes que en estas últimas semanas han acampado en sus universidades. Pero lo hará en ejemplar demostración de que lo burocrático y formal de este reconocimiento es todo lo que puede ofrecernos el Gobierno de la socialdemocracia; y que sólo la organización obrera y estudiantil independiente es capaz de alterar el estado de cosas, de arrancar derechos, victorias y conquistas.
Desde el principio lo dijimos: celebraremos cada victoria resultado de nuestra lucha, pero la entenderemos como una chispa de esperanza para ser más, mejor organizados, en cada centro de estudios, luchando por nuestra educación: una al servicio del pueblo trabajador y, por tanto, internacionalista de principio. Por eso, desde el Frente de Estudiantes llamamos al conjunto del estudiantado a intensificar las protestas en los próximos días, hacia las universidades, siguiendo el ejemplo del estudiantado de la UGR o la UB; y a desarrollarlas en el marco de la denuncia general a un Gobierno que de palabra reconoce a Palestina pero que es cómplice del genocidio por su papel: por la venta de armas a Israel, así como por sus acuerdos militares, comerciales y diplomáticos con el país sionista. Que sea, compañeros y compañeras, la chispa internacionalista la que prenda el inicio de un nuevo ciclo de lucha estudiantil.