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Ante el inicio de curso: retos y horizontes del movimiento estudiantil.

Comenzamos un nuevo curso académico marcado, nuevamente, por una profunda crisis económica que está golpeando con fuerza al pueblo trabajador y dificultando cada vez más el acceso de sus hijos e hijas a los estudios. Junto a ello, comienza también el primer curso con la totalidad de la Reforma Educativa en vigor -a excepción de la aprobación definitiva del Estatuto del Becario-.

Las elecciones generales celebradas el pasado mes de julio han dejado un panorama político de incertidumbre, quedando abiertas aún hoy las posibilidades de la reedición del gobierno de coalición socialdemócrata, la repetición electoral y, casi sin opciones, la constitución de un gobierno de corte liberal-conservador.

Ante cualquiera de las soluciones que presenta la aritmética parlamentaria, los retos que el movimiento estudiantil se debe marcar en el horizonte para este curso son idénticos. La consigna del gobierne quien gobierne y la desconfianza absoluta en todas las fuerzas parlamentarias debe empapar un curso donde la construcción de protesta y organización estudiantil en cada centro de estudios tiene que estar a la orden del día desde las primeras semanas.

En este sentido, se abre un curso donde resulta fundamental avanzando en la total reactivación del movimiento estudiantil en cada centro de estudios para poder hacer frente a todos y cada uno de los ataques sufridos.

Pero además, resulta fundamental que el movimiento estudiantil sea capaz de dotar de contenido a dicha consigna acabando con el inmovilismo, transmitiendo al conjunto de la comunidad educativa cómo sólo la fuerza del pueblo trabajador organizado puede hacer frente a los ataques del gobierno -del color que sea- así como la necesidad de avanzar hacia un horizonte de movilización unitaria entre estudiantes, profesores, personal de administración y servicios y familias en defensa de una educación pública, gratuita, de calidad y a nuestro servicio.

Estos objetivos pasan por la construcción de protesta en cada centro de estudios, atendiendo a cada problemática particular y mostrando cómo, todas ellas, hunden sus raíces en un modelo educativo plenamente al servicio del interés privado y empresarial. Lo hemos visto con frecuencia durante las primeras semanas del curso en Burgos, con los ataques al estudiantado de enfermería o en Madrid, con los impagos a los trabajadores de la cafetería de la UPM y la dura represión al estudiantado que se movilizó por ello.

Pero además, la presencia del Frente de Estudiantes en los centros no se limita en ningún caso a la mera protesta. La sección sindical vive plenamente enraizada en la realidad política, social y cultural de las facultades e institutos y, en ese sentido, cobran una especial importancia las acciones relacionadas con la socialización y esparcimiento del estudiantado en ambientes seguros, populares y asequibles alejados del ocio de consumo que caracteriza la sociedad actual. Torneos, charlas y espacios culturales, festivales universitarios y un largo etcétera de acciones constituyen igualmente una propuesta fundamental ante el nuevo curso que permita que las universidades e institutos trasciendan a lo meramente académicos y se conviertan verdaderamente en espacios pensados por y para el pueblo trabajador.

En definitiva, abrimos un curso académico marcado por la incertidumbre política y la crisis económica en el que de nuevo, el Frente de Estudiantes volverá a inundar de protesta cada rama educativa siendo centro de la vida política de cada instituto y facultad y continuará siendo una estructura útil para el conjunto del estudiantado y la comunidad educativa.

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