Acerca de la última reunión mantenida con el Ministerio de Universidades:
El pasado noviembre, tras la jornada de protesta estudiantil impulsada por Frente de Estudiantes, Estudiantes en Movimiento y CREUP, los dos sindicatos fuimos llamados a una reunión con el Ministerio de Universidades. En ella pusimos sobre la mesa nuestros análisis y nuestras propuestas frente a la LOSU y la LCU, recibiendo réplicas ante prácticamente cada denuncia. Ante la presión del movimiento estudiantil y el conjunto de la comunidad universitaria, el Ministerio comenzó a limar el borrador.
Es en este contexto de tensión y oposición al proyecto del exministro Castells cuando, en diciembre, éste abandona el Gobierno y es sustituido en el cargo por Joan Subirats. Momento en el que desde el Frente de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento analizamos que la reivindicación estudiantil no podía cesar a la espera de futuros movimientos (previsible y efectivamente en la misma dirección). Nacía así la convocatoria, en enero, de una fase de asambleas en los centros de estudio donde debatir acerca de la reforma universitaria y de la forma que tomaría la próxima protesta; nacía así, un par de meses después, una Huelga General Estudiantil para el 24 de marzo.
Tras la huelga, el movimiento estudiantil se nutría y fortalecía con nuevos compañeros y compañeras que habían comenzado a organizarse y protestar desde sus centros. Y esa fue también la línea de trabajo de ambos sindicatos después de la fecha: dar continuidad a los ejes de denuncia que movían el 24M, promover la participación política de cada vez más estudiantes y expresar la voluntad de una escalada de movilización. Paralelamente, planteábamos una reunión con el Ministerio de Educación y Formación Profesional –que hizo oídos sordos a la petición– y otra con el Ministerio de Universidades.
En este sentido, durante la tarde de este martes 7 de junio el Frente de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento mantuvimos otra reunión con el Ministerio de Universidades. Espacio en el que expresamos nuestras demandas ante el nuevo borrador de la LOSU, recapitulamos las reivindicaciones –y movilizaciones– estudiantiles de este curso frente a la Reforma Educativa y, del que concluimos, la falta de garantías y diálogo real y la necesidad de continuar una senda de protesta.
Situamos cómo, nuevamente, seguía fortaleciéndose la ANECA como garante de los estándares de calidad de la Unión Europea en nuestras universidades; cómo aun reformulándose algunos elementos relativos a esa integración público-privada el fondo del borrador no era sustancialmente diferente en ese sentido; cómo lo relativo al gobierno de la universidad seguía implicando un fuerte papel del consejo social, sin asegurar verdadero poder de decisión del conjunto de la comunidad educativa (y criminalizando a través de la ya aprobada LCU formas de reivindicación y protesta estudiantil); y cómo las medidas de remodelación del profesorado no ofrecen garantías per se para acabar con la precariedad.
Planteamos también que, aun difuminándose en el borrador la cuestión de las menciones duales, se consagran ya a través de otras propuestas legislativas. Y que el modelo de prácticas que se busca implementar, en definitiva, responde a la necesidad de las empresas de regular y consolidar vías de obtención de mano de obra gratuita o casi gratuita; naturaliza la precariedad juvenil ya desde nuestra etapa como estudiantes; y empuja a la baja las condiciones del resto de trabajadores y trabajadoras. Las reivindicaciones de máximos de las dos organizaciones pasan, en este sentido, por la laboralización de todas las prácticas –tanto curriculares como extracurriculares– a nivel de convenio colectivo.
Especial mención merece el paro académico, ahora contemplado en la ley. Tanto Frente de Estudiantes como Estudiantes en Movimiento celebramos la regulación de la convocatoria de paro académico, no obstante, consideramos sumamente estrechas las disposiciones en torno a ello: el paro académico se introduce en el texto seguido de la necesidad de garantizar, en todo caso, el “derecho a la educación del estudiantado”; y se reduce su convocatoria a los “órganos de representación del estudiantado”. Es en este sentido en el que expresamos que la aplicación de esas líneas podía ser ambigua y arma de doble filo, y que es necesario amplificar las posibilidades de su declaración reconociendo el papel de los sindicatos estudiantiles de base, de sus organizaciones a nivel de centro de estudio y del propio estudiantado autoorganizado en asamblea. Esta fue la única propuesta que el Ministerio planteó estudiar.
Las conclusiones de la reunión, como adelantábamos, fueron claras. Reafirmamos nuestra voluntad de interlocución con los responsables de la reforma, pero bajo la exigencia de participación y toma en consideración real de las demandas de los estudiantes y de la comunidad educativa. Reafirmamos también, aun no teniendo duda previa, que continuaremos tejiendo organización en cada centro frente a la LOSU y la Reforma Educativa y que la movilización estudiantil de este curso es sólo el pistoletazo de salida.