Opinión

Seamos responsables: no olvidemos el carácter del 8 de Marzo

Este 8 de marzo, los militantes del Frente de Estudiantes secundamos la huelga educativa y asistimos a las concentraciones y manifestaciones que había a lo largo y ancho del Estado. Cuantitativamente, las movilizaciones fueron un éxito: millones de personas salieron a las calles de todo el país inundando calles, avenidas y plazas, pero ¿qué hay de la pérdida de su carácter de clase?

Los días previos, los principales partidos políticos, así como las multinacionales, se tiñeron de color violeta. Se planteó un escenario que daba vergüenza ajena, pues todos borraron el “trabajadora” de la denominación original y se autodenominaron “garantes de la igualdad entre el hombre y la mujer”, encabezando manifestaciones, pero legislando en contra del pueblo trabajador y de sus hijos e hijas. Y esto no se queda ahí, porque la gota que colma el vaso llegó cuando los medios de comunicación afirmaron que la Reina Letizia iba a dar su apoyo a la huelga. ¿Acaso son iguales las condiciones de una reina y las de las trabajadoras que protagonizaron los episodios que dieron pie a la conmemoración de esta fecha?

Las empresas organizaron escandalosas estrategias de marketing con lemas como “¡Empodérate! 3×2 en productos labiales”, descuentos para centros de belleza, cupones para lavanderías y cheques de descuento para mujeres en supermercados. ¡Incluso la CEOE se sumó al carro de la lucha por la mujer! De toda esta política de gestos y de colores es capaz el mercado, ocultando siempre la otra cara de la misma moneda, como los recientes despidos a las Kellys y su inmediata admisión gracias a la acción sindical.

Conviene recordar por qué es inasumible la senda que está tomando esta fecha, y todo el camino recorrido hasta aquí.

  • En marzo 1857, en Nueva York, miles de obreras de la fábrica textil “Lower East Side” salieron a las calles para denunciar salarios de miseria y condiciones de trabajo indignas. Fueron dispersadas por la policía, donde muchas acabaron heridas. Una década después, en el mismo mes también en Nueva York, numerosas planchadoras llevan a cabo una masiva huelga, denunciando condiciones de misera. Las amenazas de los patrones las obligaron a volver a sus puestos de trabajo, con salarios inferiores como castigo.
  • En agosto de 1910, en Copenhague, se celebró el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas donde Clara Zetkin propone un Día Internacional de la Mujer, día en que las mujeres reclamarían su derecho al voto y el resto de derechos políticos y económicos que les corresponden. Fue aprobado por unanimidad.
  • En marzo de 1911, 123 obreras de la fábrica de Triangle Shirtwaist de Nueva York murieron carbonizadas porque trabajaban a puertas cerradas. Sus jefes las mantuvieron así por la frecuencia de los robos en la aquella zona.
  • También en marzo de 1917, en San Petersburgo, las mujeres rusas con el lema de “pan y paz” salieron a las calles. Protestaban contra el hambre y por el regreso de sus maridos de la guerra. Los obreros de Moscú convocaron una huelga general en apoyo a las mujeres. El ejército rechazó reprimir la protesta; de hecho se suma a ella y se dirige al Palacio de Gobierno. Piden la abdicación del zar en lo que históricamente conocemos como Revolución de Febrero.

Con estos precedentes, en la Conferencia de Mujeres Comunistas de 1921, Alexandra Kollontái, dirigente bolchevique, propone que el 8 de marzo sea el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, conmemorándose por primera vez en una Unión Soviética en nacimiento. Sin embargo, en 1977 la ONU institucionaliza definitivamente esta fecha bajo la denominación de “Día Internacional de la Mujer”. Esto supone, por un lado, un cambio de forma, con un borrado de la palabra “trabajadora”. A su vez, este cambio de forma no hace sino esconder toda una política dirigida a arrebatar derechos al conjunto del pueblo trabajador y en concreto a las mujeres trabajadoras. Que la patronal o sus partidos políticos hayan marcado el 8M en su agenda es un síntoma claro de la deriva de la conmemoración histórica de tan señalada fecha.

Como estudiantes y, en definitiva, como hijos e hijas del pueblo trabajador, es nuestro deber preservar el carácter histórico y clasista de esta fecha. El 8 de Marzo es una fecha para conmemorar, pero sobre todo para protestar hasta decir basta, hasta que logremos la plena igualdad. Por esos motivos debemos ser responsables y bajo ningún concepto tolerar algunas de las imágenes que se vieron en las masivas manifestaciones como en Madrid o Barcelona, donde grupos de jóvenes cargaban con el botellón mientras bebían en plena calle. El 8M no es una macrofiesta ni un Orgullo 2.0, pese a que los empresarios y políticos lo quieran para borrar su carácter de clase. Los estudiantes no olvidamos a las mujeres que ayer lucharon por los derechos del pueblo y continuaremos defendiendo en todo momento el 8M como el Día de la Mujer Trabajadora, pues solo de esa forma pondremos en valor la historia.

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