Gritemos alto y claro: ¡No a la guerra imperialista!
Ante la agudización de las tensiones en Ucrania desde comienzos del año los estudiantes no nos quedamos de brazos cruzados: expresamos solidaridad, integramos denuncias a diferentes niveles y plantamos cara a cada uno de sus ataques.
Hace algo más de dos semanas el conflicto tomaba una nueva forma. Se abría paso un nuevo estado de violencia en la que la acción militar y el sufrimiento del pueblo volvía a estar acompañado de llamamientos más o menos explícitos a alinearse bajo una bandera u otra, a tomar parte por el bloque de EEUU, UE y OTAN o por el bloque ruso. Sabemos bien que nada tenemos que ganar en sus guerras, las que ellos promueven y rentabilizan mientras el pueblo vuelve a ser carne de cañón. Tomemos partido, sí, pero por el estudiantado y los pueblos del mundo.
En este marco es claro también el intento de situar la guerra en Ucrania como exonerante de la crisis económica –recordando, de hecho, a discursos que justifican la crisis y sus expresiones amparándose en la excepcionalidad de la pandemia–, tratando de difuminar tendencias sistémicas y el verdadero origen de algunas problemáticas palpables en nuestra cotidianidad como, por ejemplo, la sangrante subida de precios. Para comprender en profundidad la guerra, por tanto, ha de entenderse en un contexto de crisis económica a nivel mundial. De la misma forma, es ese mismo contexto de crisis el que condiciona la actual realidad estudiantil-educativa sobre la que intervenimos: empobrecimiento de las familias trabajadoras, segregación y una Reforma Educativa sobre la mesa que actualiza el diseño de cada rama en consonancia con las actuales necesidades de las empresas.
En este sentido, aquí en España, a lo largo de estas mismas semanas no sólo acudíamos a concentraciones de solidaridad, sino que nos encontrábamos inmersos en una fase de asambleas hacia la huelga en las que no pudo obviarse el contexto internacional en el que se enmarca la próxima movilización estudiantil. Asambleas en las que necesariamente no pudo obviarse considerando la orientación internacionalista del proyecto del FdE, más que expresada por la vía de los hechos a través de protestas como la de hace apenas unas semanas, denunciando la muerte en accidente laboral de dos compañeros italianos durante sus prácticas.
Mientras nos dicen que no hay dinero para educación pública y nos hablan de defensa de la paz, se dedican grandes partidas a gasto militar y envío de armas; mientras nos dicen que elijamos entre un bloque imperialista u otro, el pueblo sigue poniendo los muertos y cargando sobre sus espaldas las consecuencias de sus crisis.
Las conclusiones son claras: en cada agitación y protesta hacia el 24M, también durante la propia jornada de huelga, el no a la Reforma Educativa y el no a las condiciones de vida que nos imponen debe ir de la mano, necesariamente, de un contundente no a la guerra imperialista. Reivindiquemos, con mirada larga, una educación y un futuro al servicio de la mayoría trabajadora, en el que no quepa guerra ni explotación humana.
¡No a la guerra! ¡Solidaridad con el estudiantado y los pueblos del mundo!